Francia

PARIS


Con ruta hacia París cruzamos al poderoso río Rhin que sirve de límite entre varias naciones en particular entre Alemania y Francia, entramos a la gigantesca llanura de la Champagne inmensamente fértil, base de la agricultura francesa, pasamos por la ciudad de Metz, visitamos su imponente Catedral, admiramos su estructura arquitectónica, los vitrales y arcos absolutamente didácticos que hablan de la historia de la salvación. En la tarde y noche entramos a la metrópoli parisina, deslumbrante por sus megaconstrucciones, plazas, palacios, calles y torres  como la famosa torre Eiffel, el campo de Marte, Notre Dame; visitamos el palacio de Versalles y nos quedamos abismados por la riqueza arquitectónica del ingenioso Manzart,  en la época de Luis XIV, nos maravillamos con el histórico salón de los espejos en donde por nuestra memoria recordamos que allí se celebraron tratados de enorme repercusión en la historia europea como por ejemplo, la celebración del tratado de Versalles que puso fin a la Primera Guerra Mundial.
Un reto para el ingenio de nuestros chicos fue movilizarnos a través del metro parisino, que es una auténtica telaraña, pero con gran habilidad llegaron a ubicarse y trasladarse con gran naturalidad.
Cota máxima de la visita a París ha sido la entrada al museo más afamado del mundo como es el museo de Louvre,  con ansiedad corríamos para visitar obras afamadas como la “Gioconda” o la “Venus de Milo”. Nos maravillamos con los tesoros de las poderosas civilizaciones del pasado, griegas, romanas egipcias y por supuesto etruscas. Es insaciable el deseo de conocer los tesoros artísticos de Louvre y al no lograrlo siempre queda ese deseo de volver.